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Mateo‬ 4:1‬ ‭RVR1960‬‬‬‬‬‬‬
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. https://www.bible.com/es/bible/149/MAT.4.1.RVR1960

En el capítulo 3 de Mateo, leemos que Jesús fue bautizado. Al recibir la aprobación de su Padre y el poder del Espíritu Santo, Jesús necesitaba algo más antes de poder iniciar su ministerio terrenal—necesitaba ser tentado. Por tanto, “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Mateo 4:1). Mucha gente no entiende por qué era necesario esta experiencia. Permítanme explicarles este punto en la forma más sencilla que pueda.

Antes de venir a la tierra, Jesús moraba en el cielo. Siendo Dios, Él no había experimentado ninguna de las penas o de los problemas humanos. No había sufrido hambre, ni dolor, ni angustia alguna, ni tampoco había sido tentado. Los ángeles le obedecían y la creación misma dependía de Él. Sin embargo, como Él iba a servir como nuestro representante ante Dios el Padre, era necesario que Él viniera a la tierra no sólo para morir por nosotros, sino también para entender nuestra experiencia humana y así poder servir como nuestro intercesor, nuestro Sumo Sacerdote. Para capacitarse para este papel tan importante, Jesús tuvo que pasar por lo que nosotros pasamos.

Por esta razón, Él fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). Lo que esto significa es que cuando Satanás tentó a Jesús en el desierto y en su ministerio posterior, usó todos los mismos métodos que usa en contra de nosotros: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Juan 2:16). Por eso vemos que Satanás pidió que Jesús convirtiera las piedras en pan (Mateo 4:3), apelando al deseo de la carne. Satanás le mostró todos los reinos del mundo y le dijo, “Todo esto te daré,” apelando al deseo de los ojos (Mateo 4:8-9). Además, Satanás puso a Jesús sobre el pináculo del templo y le dijo, “Si eres Hijo de Dios, échate abajo,” apelando a la vanagloria de la vida (Mateo 4:5-6). A todas las tentaciones Jesús respondió con la palabra de Dios y no pecó.

Como un resultado de ser tentado como nosotros, Jesús puede “compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). Él puede entender lo que era ser tentado y lo que significa luchar con los desafíos de la vida sobre esta tierra. Su experiencia humana hizo de él un “misericordioso y fiel sumo sacerdote” (Hebreos 2:17) quien es “poderoso para socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:18). Por esta razón en Jesús, no sólo tengo un Salvador, sino también tengo un Amigo. En Jesús, tengo un oído comprensivo que no me juzgará por mis luchas y debilidades. Más bien, Él busca ayudarme. ¡Qué bendición saber que tengo a alguien como este alentándome, queriendo verme triunfar espiritualmente y pasar una eternidad con Él en el cielo! ¡Verdaderamente, tengo razones para poner mis “ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).

Siervo de Jesús,
Byron E. Benítez